«El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una iniciativa liderada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).»
Durante el trienio 2024-2026, el lema que nos convoca es “Cambiar la narrativa”. Este poderoso mensaje nos invita a reflexionar y actuar para transformar cómo hablamos y entendemos el suicidio, fomentando una cultura de comprensión, empatía y apoyo incondicional.
El suicidio: Un desafío que podemos prevenir
El suicidio es un problema de salud pública que afecta a personas de todas las edades, pero es prevenible. Muchas veces, detrás de este acto están múltiples factores como el estrés, la soledad, problemas emocionales, sociales y psicológicos, o incluso situaciones complejas que se acumulan hasta ser insoportables. Según la OMS, cada 40 segundos alguien en el mundo toma la trágica decisión de quitarse la vida, y por cada suicidio consumado hay muchos más intentos que no llegan a fatalidades. Estas cifras son alarmantes, pero lo más importante es que detrás de cada número hay una historia, una vida que aún puede ser rescatada con ayuda, apoyo y amor.
El dolor de quienes quedan atrás es profundo, y el impacto emocional es inmenso. Familias, amigos y comunidades enteras sufren, pero esto también nos debe recordar la urgencia de tratar el suicidio como lo que es: una prioridad de salud pública. No podemos quedarnos callados ni de brazos cruzados. Necesitamos hablar sobre salud mental con la misma seriedad y empatía con la que hablamos sobre cualquier otra condición.
Cómo podemos cuidar nuestra salud mental y la de los demás
El bienestar mental no es solo un estado emocional; es el reflejo de cómo nos sentimos, cómo pensamos y cómo enfrentamos las dificultades. Aquí algunos consejos para cultivar una mente y corazón saludables:
- Actividad física regular: Hacer ejercicio, incluso caminar 30 minutos al día, no solo mejora el cuerpo, sino también la mente. Ayuda a reducir el estrés y mejora nuestro estado de ánimo.
- Alimentación equilibrada: Comer bien no es solo para el físico, también afecta cómo nos sentimos emocionalmente. Una dieta saludable estabiliza nuestras emociones y nos da energía para enfrentar los desafíos.
- Dormir bien: El sueño es crucial para un bienestar emocional estable. Dormir a una hora regular y evitar el uso de pantallas antes de acostarse puede hacer una gran diferencia en nuestro ánimo y capacidad de enfrentar el día.
- Fortalecer relaciones sociales: Las conexiones humanas nos brindan apoyo. Compartir tiempo con amigos, familiares o en actividades grupales nos aleja de la soledad y crea una red de seguridad emocional.
Ser luz en medio de la oscuridad
Como comunidad, también podemos marcar la diferencia. Dios nos llama a ser luz en los momentos más oscuros. Si ves a alguien que parece estar luchando en silencio, no dudes en acercarte. A veces, una palabra amable o un simple abrazo puede ser todo lo que esa persona necesita para sentir que no está sola. La fe nos enseña que nunca estamos solos, y en comunidad, podemos ser la esperanza para alguien que siente que ha perdido todo.
La clave está en estar atentos, hablar con empatía y romper los estigmas alrededor de la salud mental. Ayudemos a cambiar la narrativa, no solo desde nuestras palabras, sino también con nuestras acciones, construyendo puentes de apoyo y amor.
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